El camello bactriano sorprende con su majestuosa figura, siendo el más espectacular e imponente representante de la familia de los camélidos. En serio peligro de extinción en su hábitat salvaje, el camello bactriano es, de los camélidos del Viejo Mundo, el único que sobrevive actualmente en su estado natural, aunque actualmente solo están presentes en la región fronteriza entre China Occidental y Mongolia.
Es uno de los mamíferos mejor adaptados a climas extremos: aguantan los grandes cambios de temperatura del desierto, pudiendo llegar a soportar temperaturas superiores a los 38ºC sin deshidratarse. Después de un largo periodo de sequía, estos animales pueden beber hasta 110 litros de agua en tan sólo 10 minutos. Su tupido manto de pelo les ayuda a pasar el invierno y al llegar la primavera lo mudan y todo ese manto se cae, dejando una capa de pelo muy corto que es muy cómoda para los calurosos veranos en el desierto.
Todos los camellos domesticados son vitales para la supervivencia del hombre y han sido indispensables para establecerse en los desiertos templados y a gran altitud. Proporcionan piel, leche y combustible y su capacidad para pasar largos períodos de tiempo sin comida o agua también los convierte en un medio de transporte ideal en viajes largos por el desierto.
La Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (2003) dictaminó que el nombre de esta especie silvestre no es inválido en virtud de estar precedido por el nombre basado en la forma doméstica. Por lo tanto, la UICN considera las especies silvestres de camello bactriano Camelus ferus, mientras que la forma doméstica se considera Camelus bactrianus.
Este camello salvaje fue elevado a la categoría de riesgo en 2002, declarándosele entonces especie en peligro de extinción en razón de la creciente competencia humana y la presión económica sobre su hábitat: las manadas remanentes son objeto de caza continua, de tipo deportivo, y principalmente para evitar que compitan por agua y alimentos con el ganado y los camellos domésticos.
Desde su incorporación al Parque de Cabárceno, la conservación de esta especie está dando sus frutos, habiendo logrado criar ya en 2013.