
Son animales gregarios que suelen vivir en manadas pequeñas, de entre 5 y 10 individuos, aunque en zonas donde hay suficiente alimento, pueden reunirse en grupos de hasta 30. Estos antílopes son excelentes nadadores y se sienten muy cómodos en ambientes acuáticos. Esto les permite escapar de depredadores, como leones o cocodrilos.
Su piel está dotada de glándulas que secretan un aceite untuoso que la impermeabiliza, lo que les permite pasar largos periodos de tiempo sumergidos en el agua y esconderse sin mayor esfuerzo gracias a la “flotabilidad” que dicho aceite les aporta. Se dice además, que este aceite aporta a su carne un sabor poco apetitoso para sus depredadores.
En cuanto a su comportamiento social, los machos adultos no mantienen territorios fijos de manera permanente. Son extremadamente valientes y protectores de su grupo. Aunque pueden ser solitarios o formar pequeños grupos, durante la época de celo pueden competir por el acceso a las hembras. Las hembras pueden moverse libremente dentro de estos grupos, y los machos intentan retenerlas durante la época de celo para copular con ellas.
Después del nacimiento de las crías, las hembras las ocultan durante unas semanas, dándoles de mamar en privado. Al cabo de un tiempo, presentan a las crías a la manada.
Los cobos de agua del Parque de Cabárceno viven en un recinto que ofrece una espectacular vista panorámica del Parque, con una orientación hacia el sur y frente al recinto de los bisontes europeos. Dentro del hábitat, una imponente roca kárstica les proporciona sombra durante los días calurosos, simulando las condiciones de su entorno natural.