El lobo, a pesar de la mala fama que le atribuyen los cuentos infantiles, presentándolo como un ser astuto y malvado que engaña y mata, no es un animal sanguinario: si mata es por hambre, ya sea en manada o en solitario. Cuando caza grandes ungulados lo hace en manada, siguiendo unas tácticas muy elaboradas.
Son animales sociales que viven en un grupo muy estructurado: el macho dominante dirige la manada, toma la inciativa en la caza, vela por la seguridad de todos los miembros del grupo y será siempre el primero en comer, no tolerando que ningún otro miembro del grupo se alimente antes que él, a excepción de su compañera. Las condiciones que determinan el dominio del macho no se basan en su edad, fuerza o agresividad, sino en la aceptación de su autoridad por parte de los demás miembros.
En esta sociedad, la desaparición de la hembra no causa ninguna perturbación, ya que otra ocupará su lugar. Sin embargo, la desaparición del macho dominante puede provocar la pérdida de cohesión del grupo y su disolución.
Las formas de comunicación que utilizan los lobos son visuales, olfativas y acústicas. De ésta última, la más característica es el aullido, que puede oirse en ocho kilómetros a la redonda, aunque raramente lo utilizan (sólo antes o después de la caza).