
También conocida como Cebra Real, es la más grande de todas las especies de cebras. Se distingue por su pelaje con rayas estrechas y verticales, de colores blancos y negros, que se curvan hacia arriba en la parte posterior del cuerpo. Su vientre y la base de la cola son completamente blancos. Se cree que estas rayas tienen varias funciones, entre ellas, facilitar el reconocimiento social, regular la temperatura corporal y confundir a los depredadores.
Esta especie habita en el norte de Kenia y en algunas pequeñas áreas del sur de Etiopía, aunque históricamente se encontraba en regiones más amplias de África Oriental.
En cuanto a su comportamiento social, los machos no forman harenes permanentes, sino que esperan a que un grupo de hembras se acerque a su territorio en busca de agua y pasto. El agua juega un papel fundamental en la vida de la cebra de Grevy, determinando sus actividades diarias, estacionales y territoriales. Al vivir en áreas áridas, los puntos de agua suelen estar distantes de los mejores lugares de pastoreo, lo que obliga a las cebras a separarse de la manada. Las hembras lactantes, en particular, necesitan agua al menos cada dos días.
Los machos no participan en el cuidado de los jóvenes, es la hembra la única encargada de esta tarea. Después del nacimiento, el potro se vincula rápidamente con su madre, reconociendo su olor, su apariencia y las vocalizaciones específicas de ella. El potro sigue a la madre y la puede reconocer por las rayas en su trasero. Cada cebra de Grevy (al igual que las demás subespecies de cebras) tiene un patrón único de rayas, lo que las convierte en un «tipo de huella digital» para la especie.
Actualmente, no solo sus depredadores naturales ponen en riesgo a esta especie, sino que la población se enfrenta a otras amenazas como la destrucción de su hábitat por el sobrepastoreo del ganado y la escasez de agua debido al cambio climático que provoca escasez de precipitaciones.
El Parque de Cabárceno ha sido pionero en la conservación de la cebra de Grevy, estableciendo el primer núcleo reproductor exitoso de esta especie en España. La primera cebra de Grevy nació en el parque en 2013, un hito importante que marcó el inicio de un exitoso programa de cría en cautividad para esta especie en peligro de extinción. Desde entonces, el parque ha logrado varios nacimientos, contribuyendo de manera significativa a la preservación de la especie, un papel crucial en su conservación.
El recinto que habitan las Cebras de Grevy en Cabárceno es indudablemente el que mejor se adapta a sus características físicas y comportamentales, ya que al tratarse de una cebra de montaña, la orografía del mismo contribuye de manera notable a su bienestar.