El guepardo, también llamado Cheeta, es el mamífero terrestre más rápido del mundo, con una capacidad de aceleración de 0 a 96 km/ h. en apenas tres segundos. A diferencia del resto de los felinos, sus uñas no son retráctiles.
No puede rugir, a diferencia de las otras especies del género Panthera, pero emite un sonido agudo muy parecido al de algunas aves para hacer posible el encuentro con otros guepardos o con las crías en el caso de una hembra tras la caza.
Posee unas manchas únicas en su cuerpo que identifican a cada ejemplar, como las huellas dactilares de una persona. Tiene una excelente visión que le permite localizar a sus presas desde muy lejos, aunque el éxito de su caza se basa en su gran velocidad y agilidad.
Los machos conviven en grupos en los que se establece cierta jerarquía, a pesar de que todos los miembros son hermanos. La cohesión entre ellos es muy fuerte y juntos defienden el territorio de intrusos. Las hembras viven en soledad y unos y otros sólo se juntan para aparearse.
Es un animal carnívoro, que se alimenta preferiblemente de presas pequeñas. Sus principales amenazas en libertad vienen provocadas por la caza furtiva para conseguir sus apreciadas pieles.
En entornos controlados existen programas de cría y no se escatiman esfuerzos en lograr diversidad en la composición genética de la nueva descendencia.
Al Parque de Cabárceno llegaron en 2014, cinco ejemplares de guepardo provenientes del zoo de Boras (Suecia), gracias al Programa Europeo de Especies en Peligro de Extinción (EEP); cinco machos hermanos que se adaptaron a la perfección a las instalaciones del Parque y a su recinto de casi una hectárea. Son sin duda un gran atractivo para los visitantes, pues se trata de uno de los animales más llamativos y activos que hay en Cabárceno.